Sobre la una pila de valijas
esta sentada Clara, un poco agitada
todavía. Mira por la ventana.
Lala esta sentada en su mecedora, un camisón descolorido, la cabeza apoyada en el respaldo y la mirada
en algún tiempo que no es este.
Silencio largo.
LALA.- Hacía unos días habían llegado los colonizadores y
habían armado sus campamentos cerca de la tribu. (A Clara) Cerrá mejor (Clara
la mira unos segundos. Duda. Cierra la ventana) Para que no se abra sostené
fuerte. (Clara agarra los postigos con
fuerza) Todavía no. Por ahora no hace falta (Clara los suelta. Se miran en silencio unos segundos. Clara trata de
espiar por las hendijas de los postigos)
Cuentan que ella tenía el pelo muy largo, casi hasta
los tobillos le llegaba, bien negro y grueso.
Y que tenía la piel de un color rarísimo, oscuro pero
transparente, que si mirabas fijo podías verle lo que tenía adentro. Los
músculos, las venas. Todo. Así decían. Que los sentimientos también se le
podían ver, pero eso por que ella era muy delicada. Tanto que la propia tribu
le había armado una choza especial de barro y piedras para cuidarla.
Y ella salía muy
poco. Se pasaba casi todo el día ahí metida. Algunos decían que era por que
tenía mala salud, pero no, a ella no le gustaba que la anduvieran mironeando
tanto, y menos desde que cargaba al chico. En la panza tenía un nene bastante crecidito,
un varón. Y no le gustaba que se lo
miren por que le veían todo, como se iba
formando, todo.
Una mañana había salido
con su mamá a hacer la recolección; tan poco andaba por afuera, que cuando
salía la rodeaban todas las mujeres, las
nenas, las viejas. Todas. En silencio. Andaban calladas para que ella no
se enoje, por que ya sabían que le molestaba. Pispeaban disimuladamente al bebé que le giraba adentro. (Clara deja de mirar por los postigos y mira a su abuela) Hasta se escuchaba el ruido
del agua cuando él se movía. Algunas nenas sonreían, otras se agarraban
conteniendo la carcajada de los nervios y entre esas risas mordidas empezaron a escucharse los primeros gritos: hondos,
graves. De hombres. Gritos de hombres entre hombres.
Ellas nunca habían escuchado gritos así de dolor, de dolor
de hombres. De parto sí. Pero de hombres no…
Las nenitas se agarraron fuerte de las piernas de sus
madres.
Las madres se agarraron fuerte entre ellas.
Y no se escuchó mas
el ruidito del agua por que él se hizo un bollito, metió la cabecita
entre las patas y se quedó enredadito adentro de su mamá.
Y entonces los gritos estuvieron más cerca, y ellos, los conquistadores con la sangre
fresca de los maridos en la ropa, las empezaron a agarrar, las subían a sus caballos,
y se las llevaban. Se las llevaron a todas. A todas menos a ella.
El viento empieza a
escucharse afuera de la habitación. Clara la mira a la abuela. Lala sonríe.
Sin saber por que ni como, empezó a correr, rapidísimo, por un camino que
no había recorrido jamás. El bebé no le pesaba. Así estuvo corriendo no sabe
cuanto tiempo, si fueron minutos, si fueron horas. Ella corría. Sabía por que
lo veía que el paisaje había cambiado. Y siguió así, corriendo hasta que de
repente se dijo a ella misma, acá es.
¿Acá es que? Eso no
lo sabía.
El viento empieza a
golpear la ventana, Clara la mira a la abuela y sin decir nada la agarra con
fuerza.
Y entonces ella miró para arriba y ahí la vió. A la luna.
Había salido en la mitad del día, para ella. Para esconderla, por que los
conquistadores no la iban a encontrar. Y dicen que la luna se quedó varias
semanas hasta que dio a luz.
Y que todos ellos, los bestias, murieron.
El viento sopla tan
fuerte que Clara hace toda la fuerza para que no se abran las ventanas.
Dicen que cada tanto pasa… que la luna se queda mucho y que en ese tiempo el
mundo es justo.
Para equilibrar.
Y ahora creo que está acá para vos.
La puerta y la ventana
se abren de repente por el viento, la luz de la luna baña toda la habitación.
Ellas se abrazan.
Francisco Lumerman
Buenos Aires, Argentina, 1982.
Es actor, dramaturgo, director y docente de teatro. Desde 1998 escribe y dirige sus propias producciones. Entre otras obras se destacan "Te encontraré ayer", ganadora del primer premio del concurso German Rozanmacher y de una mención en el concurso Paradigma Digital de Mc Station y “En tus últimas noches” , espectáculo declarado de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Nación. Actualmente trabaja como actor en "Emilia" de Claudio Tolcachir, Teatro Timbre 4 y dirige la obra "Puro Papel Pintado" en su espacio Moscú Teatro.
contacto: francislumer@yahoo.com.ar
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